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18/10/2022

Acuarelas para celebrar el Global Birding Weekend

Hoy en día, teniendo en cuenta el estado de conservación del planeta (nefasto), cualquier celebración que se haga para llamar la atención sobre este tema es bienvenida. En este caso, esta iniciativa se llama Global Birding Weekend (Fin de semana de pajareo global, o algo así).  Ese fin de semana, concretamente el 9 de octubre, me acerqué a mi lugar preferido para ver aves, dibujarlas y pintarlas. Me costó lo mío pues cada vez encuentro más gente en el campo; peregrinos, gente con perros, paseantes, runners y un largo etcétera que hacen la lista de usuarios de los espacios protegidos un lugar poco o nada tranquilo.

Siempre me he considerado una persona impaciente pero ahora mi impaciencia se ha marcado todavía más, quizás por la edad, de modo que ciertos niveles de estupidez humana en zonas que yo consideraba tranquilas y donde poder pintar sin interrupciones, se han vuelto insostenibles.

Esa mañana, que llegué temprano a la zona donde normalmente me escondo para que nadie me moleste (si te pones de palique con todo hijo de vecino que te pregunta qué haces, date por muerto, no pintarás nada), tuve que dejar de pintar en varias ocasiones por la presencia de perros que corrían a sus anchas por una zona que, en teoría, está protegida. Uno de ellos, un perro del tamaño de un mamut se me acercó para olisquear mis bártulos de pintura y lo hizo con la delicadeza de un ser al que le importa bien poco meter sus patazas en mi pocillo del agua o pisotear sin piedad los blocs de papel que tengo desperdigados por el suelo. Mi reacción fue hacerle un aspaviento con la mano y gritarle “lárgate joder!”. Ya sé que el can no tenía la culpa pero mi poca paciencia me hizo saltar como un resorte. Por si mi asombro y susto (yo estaba mentalmente metido en la acuarela del correlimos del dibujo, el de la esquina superior izquierda que veis arriba) no fuesen suficientes con el asalto de la morsa en forma de perro, su dueño me soltó unn “Oye! No hace falta que hables así a mi perro! ¿Os imagináis mi cara? al principio yo no sabía si estaba de coña o no, pero en seguida mi estado de cabreo me recordó que aquello no podía quedar así. Le dije, sin nada de educación, que estaba en un espacio protegido y que su “peludo” (así se llaman ahora) tenía que ir atado. Miró a ambos lados, como buscando algo que había perdido, encogió los hombros y desapareció.

Por eso os digo que cualquier celebración que se haga por la conservación de los espacios naturales y por los seres que los habitan es bienvenida, sobretodo en estos tiempos que corren donde la gente se encoge de hombros sin saber que el patio de recreo de sus perros es mucho más que eso.

P.D. Tengo perro, de tamaño mediano y que rescatamos de un refugio, se llama Pintxo y lo llevo atado a estos sitios, a veces incluso, no lo llevo.