A veces me planteo si pasar penurias en el campo mientras pinto, merece la pena. Normalmente, cuando pinto en el campo, las condiciones no son las mejores para hacerlo. Te sientas donde y como puedes, pintas de la forma más incómoda posible ya que estás incómodo desde que te sientas (realmente te dejas caer como un saco de patatas). Te echas varias horas ensimismado en tu obra y para cuando el sujeto se ha ido y te quieres levantar te das cuenta de que hay músculos que no responden. Ante semejante invalidez, solo te queda levantarte de la forma más digna que puedas, es decir, dejándote rodar como una croqueta playa abajo.
¿Merece la pena?