En este óleo de pequeño formato he querido plasmar las luces que envolvían a este chorlitejo un atardecer en una playa cercana a mi casa. Desde hace unos meses y por decreto municipal, esta playa ha sido habilitada para que la gente lleve allí sus perros, siendo la única playa del municipio donde está permitida la presencia de cánidos. Lo curioso del tema es que esta playa ha pasado de ser la única playa con importante presencia de aves invernantes y en paso, a una playa más de las que abundan en Vigo, una playa muerta.

Mi homenaje a la playa de la Calzoa.